Educación y vejez
Yolanda Darrieux de Nux: “El encuentro a través de la educación afirma la potencialidad ciudadana de las personas mayores”
Con la calidez y distinción que la caracteriza, la profesora Darrieux de Nux recibió al BLOG en su casa, en una sala desbordante de arte. Paredes cubiertas de cuadros de quien fue su esposo -el reconocido pintor entrerriano Augusto Nux-, y un imponente piano de cola, hicieron de la charla un privilegio de pocos.
Con 81 años, Yolanda impone entusiasmo a la vida, y subrepticiamente, lecciones. Con esta nota, el BLOG invita a conocer a quien hace 26 años trajo a la Argentina la primera experiencia universitaria de educación no formal. Reflexiones en torno a la relación entre vejez y educación, y la lúcida mirada sobre el cómo interpelar a las personas mayores desde la educación son algunos de los temas que encontrarán en la nota de diciembre.
Además, y como regalo del BLOG a quienes nos acompañan y dan fuerzas para hacer de los sueños realidades, ponemos a disposición, además del audio, el video de la nota. ¡Felices Fiestas!
“La cosa fue de la manera más sencilla”, dijo Yolanda Darrieux cuando se la consultó sobre los inicios de la primera experiencia universitaria de educación para adultos mayores en Argentina: el Departamento de la Mediana y Tercera Edad de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos que desde entonces está la ciudad entrerriana de Paraná.
Y sin mediar rodeos, contó que en la Facultad de Ciencias de la Educación fue titular de la cátedra de Francés en tiempos en los que esa titularidad implicaba dar clases y hacer traducciones solicitadas por los distintos profesores. “Entre lo que traducíamos, di con material sobre educación continua o permanente y la creación de las universidades de la tercera edad en Francia por el profesor Pierre Vellas. Como el gobierno francés apoyó siempre a los profesores de francés con becas, fui distinguida con una beca de marca que daban a gente que tenía una vasta experiencia y que económicamente era superior a la que otorgaban a los más jóvenes”.
Recordó que en una de ellas, y habiendo leído sobre las universidades de la tercera edad, propuso como plan de trabajo el ir a conocerlas. “Entonces, así me encontré con el profesor Pierre Vellas: un verdadero humanista y una persona de una cordialidad grandísima. Siendo provinciana, te diría de una cordialidad provinciana. Me recibió muy bien, y me brindó la oportunidad de hablar largamente con él y de pasar por todos los cursos que se estaban dando en la universidad. Además, leí todos los libros por él escrito en los que sostenía que no se podía permitir que el hombre que había sido de trabajo pasase de la jubilación a la enfermedad, y de ésta a la muerte. A la creación de la Universidad de la Tercera Edad, Vellas la presentó como una investigación aplicada y en respuesta a la inquietud de lo que podía hacer la universidad para ayudar a pasar este período”, precisó.
Comentó que en el marco de la vuelta a la democracia en la Argentina, y pensando en que lo que había visto le parecía sencillo de imitar porque, a su criterio, no necesitaba una estructura muy grande y se podía aprovechar lo que se tenía. Dijo también que Paraná es una ciudad chica, por lo cual conocía a quien fue rector normalizador, el doctor Eduardo Barbagelata, y decana normalizadora, la doctora Marta Saldía de Uranga. “En principio, me entrevisté con la decana, a quien le gustó la experiencia y juntas nos presentamos ante el rector que -sin ningún presupuesto especial- me dijo que si me animaba hacerlo, lo hiciese. Lo único que solicité es tener una persona a mi lado, y por su condición y formación se sumó la profesora Berio Costa de Basso”, recordó.
Contó que enseguida se les ocurrió que debían poner a disposición de la gente una hoja en la que se sugiriese lo que desearan aprender. Por lo cual, “después de esas conferencias semanales, se pasó a crear los cursos que a través del tiempo se fueron multiplicando”, dijo reconfortada por los aciertos de aquellas pequeñas acciones.
En ese sentido, comentó que el profesor Vellas y su hijo realizaron una investigación -que luego se publicó en un libro que en Argentina se tradujo como “La vejez exitosa”- y entre las buenas condiciones que mucha gente había tenido para llegar a la vejez figuraban actividades de todo tipo y, entre ellas, especialmente las educativas. “Según como se organizan las cosas se puede orientar el conocimiento de lo que hay que hacer para envejecer bien: desde el punto de vista físico, espiritual, moral y hasta el modo diferente de pasar el ocio y el tiempo libre”, precisó.
En ese marco, recordó que en los comienzos del Departamento de la Mediana y Tercera Edad, hubo mucha gente que, al momento de inscribirse, decía con toda humildad que no tenía muchos estudios o que no sabían si podrían estar a la altura de lo que los profesores darían. "'Usted es capaz de emocionarse, sorprenderse e interesarse', preguntábamos, y ante enfáticas afirmaciones, sólo respondíamos que 'tenía todo el derecho de sentarse en un banco, aprender y pensar que era capaz'. De esta manera, se echaba por tierra que a la universidad sólo llegaban los más inteligentes o con condiciones intelectuales extraordinarias. No es así. Creo que esta provocación de estudios y actividades ha ayudado muchísimo a envejecer mejor”, sentenció.
“Los roles protagónicos dependen un poco de la personalidad de cada uno, en cambio la toma de conciencia de derechos a lo largo de toda la vida de una manera colectiva se produce en estos encuentros de personas mayores porque afirman la potencialidad ciudadana de la gente. Las personas mayores se sienten con derecho de decir lo que piensan y a pelear por lo que piensan. No digo con esto que la vida les esté dando muchas satisfacciones. Basta con ver lo que se cobra en las jubilaciones y las peleas en distintos terrenos para que éstas sean un jubileo -es decir, un momento de regocijo-, para darse cuenta que las cosas son difíciles de alcanzar. Pero no sólo desde el punto de vista económico. Recuerdo que en una oportunidad, caminaba detrás de un grupo de personas mayores que salían de un curso del Departamento. Estaban hablando de temas que probablemente antes no eran parte de sus diálogos. Me pareció maravilloso. Caminaban con entusiasmo y trataban de repetir e interiorizar lo que acababan de oír. Cada uno de estos aprendizajes son para mí como un don que la vida da y que la universidad también tiene la obligación de dar”, aseguró.
HUECOS Y OCASIÓN
A modo de cierre, el BLOG pidió a Yolanda Darrieux que indicara, a su criterio, qué cuestiones debía tener en cuenta aquellas personas que trabajan con adultos mayores en ámbitos educativos. “En principio, el que sabe no tiene que infantilizar al que está aprendiendo por el hecho que no sepa o por su edad. Las exigencias -y obviamente estoy hablando de lenguaje claro e ideas bien expuestas y expresadas- están en no disminuir la posibilidad de hacer pensar a la gente mayor. Los profesores tienen que hacer un equilibrio entre lo recreativo, lo físico y la posibilidad de acceder a los conocimientos”, sintetizó.
“Esto revela que aún en una ciudad chica y en condición de relativa pobreza y asilamiento, es posible alimentar el espíritu. Las propuestas educativas ayudan a pasar un poco las penas que también la edad trae aparejada. Cuando hablamos de la vejez, también hablamos de un periodo de pérdidas y de disminuciones de sentidos que ya no es lo mismo escuchar, leer o desplazarse como antes, pero a la universidad y a estos cursos se les ofrece la ocasión única de ayudar a llenar esos huecos y deficiencias con otras cosas que los compensa”.
VIDEO DE LA ENTREVISTA A YOLANDA DARRIEUX DE NUX
(PRESIONAR "PLAY" ► PARA VER)
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