[CUENTO] "Doña Teresa"

Apropósito del 15/6, entre las diversas manifestaciones de "concienciación" de este Día, la Lic. Griselda Giacomini, pronta especializando de la Segunda Cohorte de la Especialización en Gerontología Comunitaria e Institucional -EGCI-, escribió un cuento breve que aporta algunas líneas para pensar el abuso y el maltrato en la vejez.
BLOG EGCI lo comparte con el objetivo de que el mismo pueda ser otro punto de partida para la reflexión en cualquier espacio o actividad donde lo compartan.



Doña Teresa

Doña teresa vive no muy lejos del centro, pero sus dolores de columna y rodillas por su artrosis no la dejan caminar demasiado, deberíamos sumarle su hipocondría (por soledad) pero por hoy se lo perdonaremos, de todas formas se las arregla para andar en colectivo, para poder subirlos con sus escalones altos que hasta un joven debe esforzarse, coincidir con que el chofer no esté apurado por estar retrasado, o simplemente no tenga la paciencia de esperar a que pueda subir tranquilamente. En fin por ahora se va acomodando en esto también.

Sentadita en el primer asiento piensa si Tito (su hijo mayor) vendrá hoy a visitarla; si en su obra social le autorizarán los medicamentos que esta tomando, que son seis aunque con tres que le den al 100% se ve satisfecha; que si hoy no está no sabe si mañana va a estar bien para retirarlos… Llegó a su parada, bueno en realidad le faltan tres paradas, pero con sus tiempos, más vale que se apure y se pare.

Entra a su obra social se dirigió a la entrada de discapacitados, empujó la puerta y una empleada de la limpieza le dice que entre por la otra ya que está limpiando. Teresa con voz un poco tosca, pues ella era así siempre, le dice: -“Querida en la otra hay demasiados escalones”  -“¡Disculpe pero yo estoy limpiando o espera o entra por el otro lado!", responde la mujer de la limpieza.

Teresa se va haciendo un gesto de desconcierto. La empleada en voz alta manifiesta - “Pero que se piensa… ¿Qué esta es su casa?"

Teresa la escucho pero no dijo nada, no vaya a ser que en la próxima no la dejen entrar pero lo piensa para sí: "¡No es mi casa pero nos dicen que esto es nuestro!"

Fue a la oficina de los medicamentos deseando le tocara la empleada que la atendió los otros días porque era muy amable. Primero sacaría el número, algunas de las caras acomodadas en sus lugares las conocía pues de ahí, de los trámites, otras quizás no. Se concentró en ver si tenía todo, no vaya a ser que le faltara algo y tuviera que volver. Preguntó porqué número iban... Bueno... No era tanto sólo quince antes que ella. Ya había dejado la comida preparada.

Cuando le toca su número, ve con impaciencia que no es la empleada que le tocó la vez anterior, pero ya estaba ahí. - "¡Señorita, los otros días dejé los papeles para los medicamentos de crónicos. ¿Ya estarán?" La empleada (sin mirarla) - "¡Apellido!" Teresa hablando fuerte "¡No escucho!" - "¡A-pe-lli-do!", contesta de mala gana la empleada. - "¡Ah!! Soy sorda ¿Sabe? Romero", contesta Teresa.

La empleada busca en una carpeta con más papeles de los que podía contener. Con la mirada busca a Doña Teresa, pues como no la había mirado no sabía a quién dirigirse. La afiliada levanta la mano y dice "¡Yo!" - "Me dicen que falta el último recibo de sueldo y en una receta no está claro cuantos miligramos de metformina. Traiga el recibo y vaya al consultorio de su médico de cabecera a que le arregle la receta". Le devuelve todo y llama a otro número. Doña Teresa se que da hablando pero nadie la escucha. La empleada, sin saber lo que estaba diciendo le dice - "¡Que venga uno de sus hijos!"

Doña Teresa quería calmarse pero estaba indignada, no sabía si iba a poder ir al médico, sus hijos trabajan la mayor parte del tiempo… Ya vería. Cuando va a salir por la misma puerta por la que entró escucha sin querer que le decían a alguien que no podía ver - "¿Usted se ha pensado que esta es su casa? ¡Que sea la última vez!" Sale de una oficina llorando la misma empleada que no la dejó pasar esa mañana. "¡Pensé que era a la única que le decían eso!", se dijo Teresa a sí misma.

Se fue por donde había venido, subió al colectivo, llegó a su casa, calentó su comida y pidió a la farmacia los medicamentos porque ya no tenía más…

Lic. Griselda Giacomini
(Paraná, Entre Ríos, Argentina)

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